Samsung, la empresa electrónica coreana, ideó una ruta muy poco convencional para su primera tienda en Estados Unidos: nada está a la venta.
En el local, se estimulaba al público al familiarizarse con sus productos: consultar su correo electrónico en ordenadores Samsung, ver programas de televisión en televisores de la marca y hacer llamadas telefónicas con móviles Samsung. No es posible comprar, sólo probar.
Lo que hay detrás de este enfoque es claro: las tiendas están pensadas para poner un producto en manos de los clientes y enseñarles a usarlo. Después de usarlo y sentirlo, los clientes estarán dispuestos a gastar mas (al menos, esa es la presunción).
Lo cierto, es que la idea ha sido un gran éxito. Otras marcas ya se han apresurado a inaugurar establecimientos análogos. Llegan las tiendas que venden experiencias.
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